20090527

Sin paraguas ni escarapelas


El 24 de mayo por la noche, el coronel Saavedra y el doctor Castelli atraviesan la Plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares. Van a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la independencia, el otro la revolución, pero ninguna de las dos palabras será pronunciada esa noche. Luego de seis días de negociación van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hasta entonces Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, ha sido cauto: "Dejen que las brevas maduren y luego las comeremos", aconsejaba a los más exaltados jacobinos.
Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos y a veces aman a las mismas mujeres, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, cuanto más, a presidir una junta en la que haya representantes del rey Fernando Vll &endash;preso de Napoleón&endash;, y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del estrepitoso regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: "Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora", les dice a los jacobinos reunidos en casa de Rodríguez Peña. De allí en más los acontecimientos se precipitan y el destino se juega bajo una llovizna en la que no hubo paraguas ni amables ciudadanos que repartieran escarapelas.
El orden de los hechos es confuso y contradictorio según a qué memorialista se consulte. Todos, por supuesto &endash;salvo el pudoroso Belgrano&endash;, intentan jugar el mejor papel. Lo cierto es que el 24 todo Buenos Aires asedia el Cabildo donde están los regidores y el obispo. "Un inmenso pueblo", recuerda Saavedra en sus memorias, y deben haber sido más de cuatro mil almas si se tiene en cuenta que más tarde, para el golpe del 5 y 6 de abril de 1811, el mismo Saavedra calcula que sus amigos han reunido esa cifra en la Plaza y sólo la califica de "crecido pueblo".
La gente anda con el cuchillo al cinto, cargando trabucos, mientras Domingo French y Antonio Beruti aumentan la presión con campanas y trompetas que llaman a los vecinos de las orillas. Esa noche nadie duerme y cuando los dos hombres llegan al Cabildo, empapados, los regidores y el obispo los reciben con aires de desdén. Enseguida hay un altercado entre Castelli y el cura. "A mí no me han llamado a este lugar para sostener disputas sino para que oiga y manifieste libremente mi opinión y lo he hecho en los términos que se ha oído", dice monseñor, que se opone a la formación de una junta americana mientras quede un solo español en Buenos Aires. A Castelli se le sube la sangre a la cabeza y se insolenta: "Tómelo como quiera", se dice que le contesta. Cuatro días antes ha ido con el coronel Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros que era sordo como una tapia. " ¡ No sea atrevido ! " le dice Cisneros al verlo gritar, y Castelli responde orondo: "¡Y usted no se caliente que la cosa ya no tiene remedio!"
Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben destituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José Paso y el licenciado Manuel Belgrano esperan afuera, recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto, flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable pero se exalta con facilidad. Paso es hombre de callar pero luego tendrá un gesto de valentía. Entrada la noche, cuando French y Beruti han agitado toda la aldea y repartido algunos sablazos a los disconformes, Belgrano y Saavedra abren las puertas de la sala capitular para que entren los gritos de la multitud. No hay más nada que decir: Cisneros se va o lo cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la Plaza y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español por formar una junta que lo incluya, pero Castelli, que tiene 43 años y está enfermo de cáncer, se opone. Los "duros" juegan a todo o nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington mientras Castelli se imagina en la comuna francesa. Su Robespierre es un joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
Entre tanto French, que teme una provocación, impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus oficiales controlan los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los de Saavedra. Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French, derriba la puerta de una tienda de la recova y se lleva el paño para hacer cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien toma nota y nace la leyenda de la escarapela en el pecho.
Al amanecer, para guardar las formas, el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva Junta de gobierno ya está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la reserva reflexiva de las ideas y las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular; Belgrano, Castelli y Paso eran monarquistas, pero querían otro gobierno que el español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen (español); demócratas: Alberti, Matheu y Moreno. Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él." Matheu exagera su importancia. Todos esos hombres han sido carlotistas y, salvo Saavedra, son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos como aliados contra España.

El delirio y la compasión
La mañana del 25, cuando muchos se han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad. La historiografía oficial no le hará un buen lugar en el rincón de los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de la Historia.
Aquellas jornadas debían ser un simple golpe de mano, pero la fuerza de esos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente. Dice Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, (...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra (...) En el mismo Buenos Aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español".
La audacia desata un mecanismo inmanejable. Saavedra es un patriota, no un revolucionario, pero no puede oponerse a la dinámica que se desata en esos días El secretario Moreno, un asceta de la revolución, dirige sus actos y sus órdenes a forzar esa dinámica para destrozar el antiguo sistema. Habla latín, inglés y francés con facilidad; ha leido &endash;y hace publicar&endash; a Rousseau, conoce bien la Revolución Francesa y es posible que desde el comienzo se haya mimetizado con el fantasma de un Robespierre que no acabará en la tragedia de Termidor. El ateo Castelli está a su izquierda, como French y el joven Monteagudo que maneja el club de los "chisperos". Todos ellos celebran en los templos del Norte el culto de La mort est un sommeil éternel, que Fouché y la ultraizquierda francesa usaron como bandera desde 1792. Belgrano, que es muy creyente, no vacila en proponer un borrador con apuntes sobre economía para el Plan terrorista que en agosto redactará Moreno.
En la primera junta gana la gauche (la acepción de "izquierda" se pronuncia, todavía, en francés): Moreno, Castelli y Belgrano son un bloque sólido con una política propia a la que por conveniencia se pliegan Matheu, Paso y el cura Alberti; Azcuénaga y Larrea sólo cuentan las ventajas que puedan sacar y simpatizan con el presidente Saavedra que a su vez los desprecia por oportunistas. Las discordias empiezan muy pronto, con las primeras resoluciones. Castelli parte a Córdoba y el Alto Perú como comisario politico de Moreno, que no confiaba en los militares formados en la Reconquista. Es él quien cumple las "instrucciones" y ejecuta a Liniers primero y al temible mariscal Vicente Nieto más tarde. Belgrano, el otro brazo armado de los jacobinos, va a tomar el Paraguay; no hay en él la cólera terrible de su primo, sino una piedad cristiana y otoñal que lo engrandece: en el Norte captura a un ejército entero y lo deja partir bajo juramento de no volver a tomar las armas. Manda a sus gauchos desharrapados con un rigor insostenible y no mata por escarmiento sino por extrema necesidad. Sufre sífilis, cirrosis y tiene várices, pero conserva la fe cristiana y el sentido del humor. Las victorias de Castelli en Suipacha y la suya en Tucumán afirman la posición de Moreno en la Junta, pero las catástrofes de fines de año aceleran su caída.
Frente a frente, uno de levita y otro de uniforme, Moreno de Chuquisaca y Saavedra de Potosí, se odian pero no se desprecian "Impío, malvado, maquiavélico", llama el coronel al secretario de la Junta; y cuando se refiere a uno de sus amigos, dice: "El alma de Monteagudo, tan negra como la madre que lo parió". El primer incidente ocurre cuando los jacobinos descubren que diez jefes municipales están complotados contra el nuevo poder. En una sesión de urgencia Moreno propone "arcabucearlos" sin más trámite, pero Saavedra le responde que no cuente para ello con sus armas. "Usaremos entonces las de French", replica un Moreno siempre enfermo, con el rostro picado de viruela, que acaba de cumplir 30 años. Al presidente lo escandaliza que ese mestizo use siempre la amenaza del coronel French, a quien hace espiar por sus "canarios", una especie de soplones manejados por el coronel Martín Rodríguez. Los conjurados salvan la vida con una multa de dos mil pesos fuertes, propuesta por el presidente. "¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?", se pregunta Saavedra en carta a Viamonte que lo amenaza desde el Alto Perú.
Desde fines de agosto, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado. Ese texto feroz, por momentos descabellado, no se conoció hasta que a fines del siglo XIX. Eduardo Madero &endash;el constructor del puerto&endash; lo encontró en los archivos de Sevilla y se lo envió a Mitre. Para entonces, los premios y castigos de la historia oficial ya estaban otorgados y Moreno pasaba por un periodista y educador romántico influido por las mejores ideas de la Revolución Francesa. Pero es la aplicación de ese método sangriento lo que garantiza el triunfo de la Revolución. Hasta la llegada de San Martín la formación de los ejércitos se hizo a punta de bayoneta, la conspiración de Alzaga, como la contrarrevolución de Liniers, terminaron en suplicio y los españoles descubrieron, entonces, que los patriotas estaban dispuestos a todo: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato", escribe Castelli antes de ser llevado a juicio.
El coronel manda parar
A principios de diciembre dos circunstancias banales sirven de pretexto a la ruptura entre Moreno y Saavedra que será nefasta para la Revolución. En la plaza de toros de Retiro el presidente hace colocar sillas adornadas con cojinillos para él y su esposa. Cuando las ve, Matheu hace un escándalo y argumenta que ningún vocal merece distinción especial. Pocos días más tarde, el 6, el regimiento de Patricios da una fiesta a la que asisten Saavedra y su mujer. En un momento un oficial levanta una corona de azúcar y la obsequia a la esposa que la entrega al Presidente, Moreno se entera y esa misma noche escribe un decreto de supresión de honores. Saavedra se humilla y lo firma, pero el rencor lo carcome para siempre. Poco después, el 18 de diciembre, mientras los Patricios se agitan y reclaman revancha por la afrenta civil, el coronel llama a los nueve diputados de las provincias para ampliar la Junta. Moreno &endash;que intuye su fin&endash; no puede oponerse a esa propuesta "democratizadora". El único que tiene el valor de votar en contra es el tímido tesorero Juan José Paso.
Moreno renuncia y el 24 de enero de 1811 se embarca para Londres. "Me voy, pero la cola que dejo será larga", les dice a sus amigos que claman venganza. También pronuncia un mal augurio: "No sé qué cosa funesta se me anuncia en mi viaje". En alta mar se enferma y nada podrá convencer a Castelli y Monteagudo de que no lo asesinaron. "Su último accidente fue precipitado por la administración de un emético que el capitán de la embarcación le suministró imprudentemente y sin nuestro conocimiento", cuenta su hermano Manuel, que agrega en la relación de los hechos el célebre "¡Viva mi patria aunque yo perezca!"
Saavedra ha liquidado a su adversario, pero la Revolución está en peligro. El español Francisco Javier Elío amenaza desde la Banda Oriental y no todos los miembros de la Junta son confiables. El 5 y 6 de abril el coronel Martín Rodríguez,con los alcaldes de los barrios, junta a los gauchos en Plaza Miserere y los lleva hasta el Cabildo para manifestar contra los morenistas. Saavedra, que jura no haber impulsado el golpe, aprovecha para sacarse de encima al mismo tiempo a jacobinos y comerciantes corruptos. Renuncian Larrea, Azcuénaga, Rodríguez Peña y Vieytes. Los peligrosos French, Beruti y Posadas son confinados en Patagones. Belgrano y Castelli pasan a juicio por desobediencia y van presos.
Pero Saavedra sólo dura cuatro meses al frente del gobierno. Ha acercado a Rivadavia al poder, pero el brillante abogado y los porteños se ensañan con éI y lo persiguen durante cuatro años por campos y aldeas; se ensañan también con Castelli, que muere deslenguado durante el juicio; con el propio San Martín que combate en Chile; con Belgrano que muere en la pobreza y el olvido gritando el plausible "¡ Ay patria mía! " Pese a todo, la idea de independencia queda en pie levantada por San Martín, que se ha llevado como asistente a Monteagudo, "el del alma más negra que la madre que lo parió". Los ramalazos de la discordia duran intactos medio siglo y se prolongan hasta hoy en los entresijos de una historia no resuelta.

(Por Osvaldo Soriano)
nota aparecida en Página/3, revista aniversario de Página/12, junio de 1990. © Página SRL.

20090520

Alejandro Dolina


Alejandro Dolina nació un 20 de Mayo de vaya uno a saber qué año, en Baigorrita, Provincia de Buenos Aires. Creció, sin embargo, en el barrio porteño de Caseros, como lo ha recordado más de una vez en verso:

"Soy, señores de Caseros:
lo digo con el pico,
lo defiendo con el cuero."

Publicó sus primeras notas humorísticas en la revista Mengano, en el año 1974. A partir de 1978 colaboró con la revista Humor Registrado (más conocida simplemente como Humor), donde publicó sus Crónicas del Ángel Gris, de donde salieron los cuentos que siguen.
Más recientemente, es conductor de uno de los programas de radio más populares de Buenos Aires, "La venganza será terrible", donde habla, toca música y cuenta frente al público, todas las noches, sus historias de barrio.

Balada de la Primera Novia
de "Crónicas del Angel Gris", por Alejandro Dolina. Ilustración de Carlos Nine.

El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años. Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de un hombre hay pocas cosas mas serias que su amor inaugural.
Por cierto, los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros, que casi es imposible que nos molesten.
Ocupémonos de la novia de Allen. Su nombre se ha perdido para nosotros, no lejos de Patricia o Pamela. Fue tal vez morocha y linda.
El poeta niño la quiso con gravedad y temor. No tenía entonces el cínico aplomo que da el demasiado trato con las mujeres. Tampoco tenía -ni tuvo nunca- la audacia guaranga de los papanatas.
Las manifestaciones visibles de aquel romance fueron modestas. Allen creía recordar una mano tierna sobre su mentón, una blanca vecindad frente a un libro de lectura y una frase, tan solo una: "Me gustás vos." En algun recreo perdió su amor y más tarde su rastro.
Despues de una triste fiestita de fin de curso, ya no volvió a verla ni a tener noticias de ella.
Sin embargo siguió queriéndola a lo largo de sus años. Jorge Allen se hizo hombre y vivió formidables gestas amorosas. Pero jamás dejó de llorar por la morocha ausente.
La noche en que cumplía treinta y tres años, el poeta supo que había llegado el momento de ir a buscarla.
Aquí conviene decir que la aventura de la Primera Novia es un mito que aparece en muchísimos relatos del barrio de Flores. Los racionalistas y los psicólogos tejen previsibles metáforas y alegorías resobadas. De ellas surge un estado de incredulidad que no es el más recomendable para emocionarse por un amor perdido.
A falta de mejor ocurrencia, Allen merodeó la antigua casa de la muchacha, en un barrio donde nadie la recordaba. Después consultó la guía telefónica y los padrones electorales. Miró fijamente a las mujeres de su edad y también a las niñas de doce años. Pero no sucedió nada.
Entonces pidió socorro a sus amigos, los Hombres Sensibles de Flores. Por suerte, estos espíritus tan proclives al macaneo metafísico tenían una noción sonante y contante de la ayuda.
Jamás alcanzaron a comprender a quienes sostienen que escuchar las ajenas lamentaciones es ya un servicio abnegado. Nada de apoyos morales ni palabras de aliento. Llegado el caso, los muchachos del Angel Gris actuaban directamente sobre la circunstancia adversa: convencían a mujeres tercas, amenazaban a los tramposos, revocaban injusticias, luchaban contra el mal, detenían el tiempo, abolían la muerte.
Así, ahorrándose inútiles consejos, con el mayor entusiasmo buscaron junto al poeta a la Primera Novia.
El caso no era fácil. Allen no poseía ningun dato prometedor. Y para colmo anunció un hecho inquietante:
- Ella fue mi primera novia, pero no estoy seguro de haber sido su primer novio.
- Esto complica las cosas -dijo Manuel Mandeb, el polígrafo-. Las mujeres recuerdan al primer novio, pero difícilmente al tercero o al quinto.
El músico Ives Castagnino declaró que para una mujer de verdad, todos los novios son el primero, especialmente cuando tienen carácter fuerte. Resueltas las objeciones leguleyas, los amigos resolvieron visitar a Celia, la vieja bruja de la calle Gavilán. En realidad, Allen debió ser llevado a la rastra, pues era hombre temeroso de los hechizos.
- Usted tiene una gran pena -gritó la adivina apenas lo vió.
- Ya lo sé señora... dígame algo que yo no sepa...
- Tendrá grandes dificultades en el futuro...
- También lo sé...
- Le espera una gran desgracia...
- Como a todos, señora...
- Tal vez viaje...
- O tal vez no...
- Una mujer lo espera...
- Ahi me va gustando... ¿Dónde está esa mujer?
- Lejos, muy lejos... En el patio de un colegio. Un patio de baldosas grises.
- Siga... con eso no me alcanza.
- Veo un hombre que canta lo que otros le mandan cantar. Ese hombre sabe algo... Veo también una casa humilde con pilares rosados.
- ¿Qué más?
- Nada más... Cuanto más yo le diga, menos podrá usted encontrarla. Váyase. Pero antes pague.
Los meses que siguieron fueron infructuosos. Algunas mujeres de la barriada se enteraron de la búsqueda y fingieron ser la Primera Novia para seducir al poeta. En ocasiones Mandeb, Castagnino y el ruso Salzman simularon ser Allen para abusar de las novias falsas.
Los viejos compañeros del colegio no tardaron en presentarse a reclamar evocaciones. Uno de ellos hizo una revelación brutal.
- La chica se llamaba Gomez. Fue mi Primera Novia
- ¡Mentira! -gritó Allen.
- ¿Por qué no? Pudo haber sido la Primera Novia de muchos.
Entre todos lo echaron a patadas.
Una tarde se presentó una rubia estupenda de ojos enormes y esforzados breteles. Resultó ser el segundo amor del poeta. Algunas semanas después apareció la sexta novia y luego la cuarta. Se supo entonces que Jorge Allen solía ocultar su pasado amoroso a todas las mujeres, de modo que cada una de ellas creía iniciar la serie.
A fines de ese año, Manuel Mandeb concibió con astucia la idea de organizar una fiesta de ex-alumnos de la escuela del poeta.
Hablaron con las autoridades, cursaron invitaciones, publicaron gacetillas en las revistas y en los diarios, pegaron carteles y compraron masas y canapés.
La reunión no estuvo mal. Hubo discursos, lágrimas, brindis y algún reencuentro emocionante. Pero la chica de apellido Gómez no concurrió.
Sin embargo, los Hombres Sensibles -que estaban allí en calidad de colados- no perdieron el tiempo y trataron de obtener datos entre los presentes.
El poeta conversó con Ines, compañera de banco de la morocha ausente.
- Gómez, claro -dijo la chica-. Estaba loca por Ferrari.
Allen no pudo soportarlo.
- Estaba loca por mí.
- No, no... Bueno, eran cosas de chicos.
Cosas de chicos. Nada menos. Amores sin cálculo, rencores sin piedad, traiciones sin remordimiento.
El petiso Cáceres declaró haberla visto una vez en Paso del Rey. Y alguien se la había cruzado en el tren que iba a Moreno.
Nada más.
Los muchachos del Angel Gris fueron olvidando el asunto. Pero Allen no se resignaba. Inútilmente buscó en sus cajones algún papel subrepticio, alguna anotación reveladora. Encontró la foto oficial de sexto grado. Se descubrió a sí mismo con una sonrisa de zonzo. La morochita estaba lejos, en los arrabales de la imagen, ajena a cualquier drama.
- ¡Ay, si supieras que te he llorado....! Si supieras que me gustaría mostrarte mi hombría... Si supieras todo lo que aprendí desde aquel tiempo...
Una noche de verano, el poeta se aburría con Manuel Mandeb en una churrasquería de Caseros. Un payador mediocre complacía los pedidos de la gente.
- Al de la mesa del fondo le canto sinceramente...
De pronto Allen tuvo una inspiración.
- Ese hombre canta lo que otros le mandan cantar.
- Es el destino de los payadores de churrasquería.
- Celia, la adivina, dijo que un hombre así conocia a mi novia...
Mandeb copó la banca.
- Acérquese, amigo.
El payador se sento en la mesa y aceptó una cerveza. Después de algunos vagos comentarios artísticos, el polígrafo fue al asunto.
- Se me hace que usted conoce a una amiga nuestra. Se apellida Gómez, y creo que vivía por Paso del Rey.
- Yo soy Gómez -dijo el cantor-. Y por esos barrios tengo una prima.
Despues pulsó la guitarra, se levantó y abandonando la mesa se largó con una décima.
- Aca este amable señor
conoce una prima mía
que según creo vivía
en la calle Tronador.
Vaya mi canto mejor
con toda mi alma de artista
tal vez mi verso resista
pa' saludar a esta gente
y a mi prima, la del puente
sobre el Río Reconquista.
Durante los siguientes días los Hombres Sensibles de Flores recorrieron Paso del Rey en las vecindades del río Reconquista, buscando la calle Tronador y una casa humilde con pilares rosados. Una tarde fueron atacados por unos lugareños levantiscos y dos noches después cayeron presos por sospechosos. Para facilitarse la investigación decían vender sábanas. Salzman y Mandeb levantaron docenas de pedidos.
Finalmente, la tarde que Jorge Allen cumplía treinta y cuatro años, el poeta y Mandeb descubrieron la casa.
- Es aquí. Aquí están los pilares rosados.
Mandeb era un hombre demasiado agudo como para tener esperanzas.
- No me parece. Vámonos.
Pero Allen tocó el timbre. Su amigo permaneció cerca del cordón de la vereda.
- Aquí no es, rajemos.
Nuevo timbrazo. Al rato salió una mujer gorda, morochita, vencida, avejentada. Un gesto forastero le habitaba el entrecejo. La boca se le estaba haciendo cruel. Los años son pesados para algunas personas.
- Buenas tades -dijo la voz que alguna vez había alegrado un patio de baldosas grises.
Pero no era suficiente. Ya la mujer estaba más cerca del desengaño que de la promesa.
Y allí, a su frente, Jorge Allen, más niño que nunca, mirando por encima del hombro de la Primera Novia, esperaba un milagro que no se producía.
- Busco a una compañera de colegio -dijo-. Soy Allen, sexto grado B, turno mañana. La chica se llamaba Gómez.
La mujer abrió los ojos y una niña de doce años sonrió dentro suyo. Se adelantó un paso y comenzó una risa amistosa con interjecciones evocativas. Rápido como el refucilo, en uno de los procedimientos más felices de su vida, Mandeb se adelantó.
- Nos han dicho que vive por aquí... Yo soy Manuel Mandeb, mucho gusto.
Y apretó la mano de la mujer con toda la fuerza de su alma, mientras le clavaba una mirada de súplica, de inteligencia o quizás de amenaza.
Tal vez inspirada por los ángeles que siempre cuidan a los chicos, ella comprendió.
- Encantada -murmuró-. Pero lamento no conocer a esa persona. Le habrán informado mal.
- Por un momento pensé que era usted -respiró Allen-. Le ruego que nos disculpe.
- Vamos -sonrió Mandeb-. La señora bien pudo haber sido tu alumna, viejo sinvergüenza...
Los dos amigos se fueron en silencio.
Esa noche Mandeb volvió solo a la casa de los pilares rosados. Ya frente a la mujer morocha le dijo:
- Quiero agradecerle lo que ha hecho....
- Lo siento mucho... No he tenido suerte, estoy avergonzada, míreme....
- No se aflija. El la seguira buscando eternamente.
Y ella contestó, tal vez llorando:
- Yo también.
- Algun día todos nos encontraremos. Buenas noches, señora.
Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive. En ese único sentido es indispensable buscar a la Primera Novia. El hombre sabio debera cuidar -eso sí- el detenerse a tiempo, antes de encontrarla.
El camino está lleno de hondas y entrañables tristezas. Jorge Allen siguió recorriéndolo hasta que él mismo se perdió en los barrios hostiles junto con todos los Hombres Sensibles.

20090518

Homenaje a Mario Benedetti


Hagamos un trato

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro
o a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense que flojera
igual puede contar
conmigo

Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo

Mario Benedetti

20090513

Poemas dedicados al Che


Che
Miguel Barnet
Che, tú lo sabes todo,
los recovecos de la Sierra,
el asma sobre la yerba fría
la tribuna
el oleaje en la noche
y hasta de qué se hacen
los frutos y las yuntas

No es que yo quiera darte
pluma por pistola
pero el poeta eres tú.


Yo tuve un hermano
Julio Cortázar
Yo tuve un hermano
no nos vimos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.

Lo quise a mi modo
le tomé su voz
libre como el agua.

Camine de a ratos
cerca de su sombra
no nos vimos nunca
pero no importaba.

Mi hermano despierto
mientras yo dormía.
Mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


Che
Samuel Feijoó
Sobrio, tranquilo y tajante,
Así, se levantaba, andaba
latía.
Ni un solo instante se perdió en flojeras,
nimiedades, jactancias, quejas.
Ni una solo vianda
arrimo a su plato
con su propia mano en la cena de todos.
Era la justicia, sonreída y firme.
Así, solo se ha visto.
así.
jamás tendrá su noche en la memoria.
Retornará como los huracanes y los rayos,
todo encendido como era
y es, en la justicia,
y abatirá a los cuervos y a las fieras,
sangrientas águilas.
No haya duelo por él, ganó la llamarada
del que se ofrenda entero.
Todos los apaleados del mundo
lo entienden, lo besan, lo sujetan: héroe,
sin esperar más gloria que el futuro
alegre. No haya duelo.
Su victoria es la nuestra; no cejamos:
siglo tras siglo.


Che
Mario Benedetti
Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada

han decidido usarlo como epilogo
como ultima thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o Satanás

y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de El
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un heroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado

sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta anos después siga bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.

20090509

Padre Carlos Mujica


El 7 de Octubre de 1930 nació el padre Carlos Mugica. Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació en Buenos Aires, el 7 de octubre de 1930. Fue el tercero de los siete hijos del matrimonio formado por Adolfo Mugica (ex-diputado conservador del período 1938-42, y ex-ministro de Relaciones exteriores del presidente Arturo Frondizi en 1961) y Carmen Echagüe, hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires.
En su historia personal es importante anotar que a fines de 1954 comenzó a colaborar pastoralmente con el padre Iriarte en las misiones a conventillos y casas de la parroquia Santa Rosa de Lima, de la que éste era párroco. Su acercamiento e intención de llegar a esta gente lo marcaría meses más tarde de un modo definitivo. El reconoce haber participado "del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito con tiza y en letras bien grandes: 'sin Perón no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos' (= curas)". "La gente humilde estaba de duelo, y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba en la vereda de enfrente".
Conoció a Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario E. Firmenich, futuros fundadores de la organización armada peronista "Montoneros". Con ellos, participó en Santa Fe en una misión rural en 1966. Dos frases escuchadas por los misioneros marcaron hondo al padre Carlos y las repetía con frecuencia: una viejita que dijo a una misionera "A mí, ¿qué me vienen a hablar de Dios si me estoy muriendo de hambre?"; y un hachero que dijo "yo soy la alpargata del patrón".
Estando en París, Mugica conoció por carta la existencia -el nacimiento- del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo, y envió su adhesión incondicional. También inició su colaboración en el Equipo Intervillas, fundado el 2 de agosto de 1968 gracias a la dedicación de Jorge Goñi, también "cura villero".
Su participación cada vez más activa en el MSTM lo llevó a agudizar el enfrentamiento con el Arzobispo coadjutor Juan Carlos Aramburu quien prohibió a todos los sacerdotes de la Arquidiócesis manifestarse públicamente en cuestiones políticas (prohibición que no parecía concernirle a él mismo), y que causó profunda reacción en varios grupos sacerdotales como el de Tucumán, aunque el grupo MSTM Capital obedeció esta orden.
El viernes 2 de julio de 1971, una bomba estalló en la casa de Gelly y Obes 2230, pero aunque la bomba afectó edificios y automóviles (la propiedad privada que tanto defendían los adversarios del P. Carlos), nadie resultó herido. Fue en este momento que en un reportaje el P. Carlos pronunció su clásica frase: "Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su Liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición". Las amenazas continuaron, y dos hombres irrumpieron en el piso donde se encontraba el cuartito del P. Mugica pero no pudieron concretar nada ya que éste se encontraba en un encuentro de los MSTM en Córdoba.
El 11 de mayo, sábado, de 1974, a las 8 y cuarto de la noche, y cuando Mugica se disponía a subirse a su coche Renault 4-L azul, matrícula C-542119, estacionado junto a la iglesia de San Francisco Solano, en la calle Zelada, 4771, donde había celebrado misa, fue tiroteado por un individuo con bigotes achinados, que se bajó de un coche estacionado muy cerca. Este personaje sería Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la lopezreguista Triple A, luego jefe de custodia de Manuel Fraga Iribarne, en España. Cinco disparos, de ametralladora "Ingram M-10", le afectaron el abdomen y el pulmón. El tiro de gracia lo recibió en la espalda.

20090506

Mayo Frances

1968
Por Ana Beatriz Corona Calcaño

Se asocia la década de los sesenta con revolución, liberación sexual, minifaldas y feminismo. Y al mes de mayo con el día de la madre, el mes de la Virgen o el mes dedicado a la diosa Maya. Pero cuando unimos al año 1968 y el mes de mayo, es necesario remontarse a Francia y pensar en crisis. Los franceses son un pueblo de una muy larga tradición. En aquel entonces se unieron obreros y estudiantes politizados en una protesta que hizo salir a la calle a más de veinte mil personas y en la cual se llegaron a contar nueve millones de personas en huelga.
Mai 68, fue un movimiento que desconcertó a la sociedad francesa. Se gestó dentro de la universidad con estudiantes de alta formación intelectual y que tenían una profunda preparación filosófica. Se venía sintiendo una disconformidad que fue entrando en efervescencia hasta llegar a convertirse en un movimiento radical en el que todos los estudiantes se unieron. La situación comenzó con una serie de discursos que fueron exacerbando los ánimos y con panfletos que eran repartidos en los recintos universitarios.
El principal líder estudiantil del movimiento, Daniel Cohn-Bendit, generalmente era quien presidía las asambleas de L’Odéon, en las que se hablaba de una serie de reformas necesarias. Se buscaba acabar con el conservadurismo de las autoridades francesas.
Tomando en cuenta que los profesores impartían las clases magistralmente y los alumnos no tenían acceso a hablar con ellos, y que los pensa eran totalmente de naturaleza conservadora, se buscaba la reforma estudiantil y la juventud terminó por quitarse las ataduras.
De igual manera, se buscaba la reivindicación en el sector laboral y fue en este momento cuando se unieron estudiantes y obreros en las protestas y se logró paralizar por completo a la ciudad de Paris y a casi toda Francia. Se repetían los principios de la revolución francesa: Liberté, Egalité, Fraternité. Lo que se buscaba era un cambio radical, una nueva sociedad y una reforma de los sistemas.
El general De Gaulle, a pesar de ser el salvador de los franceses cuando fue llamado para buscar la unidad nacional y fundar la 5ª república luego de la segunda guerra mundial, era una persona autoritaria y de mentalidad muy conservadora.

El centro del movimiento fue el Quartier Latin, en el cual se sucedieron todas las barricadas.
Los estudiantes participaban activamente y tenían agitadores bien preparados. Las batallas campales entre manifestantes y policías se daban principalmente de noche. Los protagonistas del asunto arrancaban el empedrado de las calles bajo la mirada atónita de los turistas, quienes refugiados en los bistrôts del boulevard Saint Germain, veían volar las primeras piedras de la revolución. Aquello pretendía ser una especie de neorevolución francesa que no llegó a ser tal pero que sí logró la mayoría de las reformas que eran reclamadas. Fue una lucha en la que no se derramó sangre pero que, por la situación de incertidumbre, logró atemorizar a la sociedad francesa.
Los estudiantes extranjeros que iban de mirones, eran deportados inmediatamente. No había gasolina, escaseaban los alimentos y los teléfonos tampoco funcionaban. Muchos lograron comunicarse con su patria de origen enviando cartas a través de personas que pasaban la frontera.
A finales de Mayo, sindicatos, organizaciones empresariales y gobierno, firmaron los acuerdos de Grenelle, en los cuales se acordaba la aprobación de un salario mínimo y el reconocimiento de ciertos derechos sindicales.
El General De Gaulle convocó a referendum y triunfaron los gaullistas. Los grupos de extrema izquierda fueron disueltos por decreto, los estudiantes regresaron a las aulas y, poco a poco, todo fue volviendo a la normalidad.

Este movimiento masivo, tuvo bastante éxito desde el punto de vista educativo. En realidad puede tomarse como una lección tanto para las autoridades educativas francesas, como para los estudiantes. A los unos, en cuanto se modificó en cierta manera el modelo existente de enseñanza retórica. Y a los otros para que reconociesen que Francia es un país de una muy larga tradición, lo cual hace inevitable que la sociedad sea bastante conservadora.
La Sorbonne comenzó a descentralizarse y se logró disminuir el autoritarismo en la enseñanza.
En el plano económico, se provocó la primera devaluación de la moneda francesa desde 1958, marcando el comienzo de la declinación de la economía de este país.
En cuanto a la sociedad, en ella surgió un pensamiento muy renovador en el cual se aceptó la democratización de las relaciones sociales y generacionales.
Para finalizar esta breve crónica, es necesario decir que los eventos de mayo del 68 influyeron principalmente sobre el plano moral e intelectual, generando un pensamiento nuevo, lo cual ha logrado cambiar también, patrones de comportamiento en estudiantes del mundo entero.
Los estudiantes extranjeros que vivieron aquella situación, en especial los latinoamericanos, se encontraban asombrados por no haber vivido nunca algo así en sus países de origen. Experimentaron el comienzo de un despertar, en el cual los mexicanos fueron los pioneros en liderizar las protestas estudiantiles de Tlatelolco ese mismo año.

20090504

Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo


El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fue un movimiento carismático dentro de la Iglesia Católica argentina, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia subsiguiente al Concilio Vaticano II con una fuerte participación política y social; formado principalmente por sacerdotes activos en villas miseria y barrios obreros, entre 1967 y 1976 fue uno de los canales por los se canalizó la acción social, muy cercano a organizaciones de la izquierda peronista y en ocasiones al marxismo.
El movimiento renovador dentro de la Iglesia Católica había dado varios frutos muy visibles en años anteriores, en especial las modificaciones en el culto y en la orientación secular de la iglesia establecidas en el Concilio Vaticano II y las indicaciones sobre la implicación de la Iglesia en la acción social contenidas en la encíclica Populorum Progressio dictada por el papa Pablo VI. En 1967 el obispo brasileño Hélder Câmara lideró un grupo de 18 obispos de Latinoamérica, Asia y África que redactó una proclama, en la que se vinculaba la situación de pobreza y desamparo de los ciudadanos del Tercer Mundo con la explotación a la que las corporaciones multinacionales, con el aval de los gobiernos de los países industrializados, los sometían, y expresando el compromiso religioso con la mejora de la misma. En agosto de 1968, la reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana en la ciudad colombiana de Medellín llegó a conclusiones similares; el documento redactado por la misma declaró el compromiso de la Iglesia en la mejora de la situación de los pobres, actuando sobre las situaciones que originaban la miseria. La adaptación al momento político, de acuerdo a la CELAM, obligaba a los sacerdotes a avalar acciones políticas de diferente cariz —revolucionarias, pacíficas o violentas— en los distintos contextos nacionales.
La reacción al documento de Medellín encontró a la curia argentina ya en efervescencia; tres sacerdotes porteños, Héctor Botán, Miguel Ramondetti y Rodolfo Ricciardelli, habían hecho circular unos meses antes el Manifiesto de los 18 Obispos, proponiendo entre sus colegas la formación del MSTM. Las respuestas fueron numerosas, y para fines de ese año más de 200 curas se habían integrado al mismo. El primer encuentro, realizado en mayo de 1968, contó con el aval tácito de los obispos Guillermo Bolatti, Enrique Angelelli, Alberto Devoto, Jerónimo Podestá, Jaime de Nevares, Adolfo Tortolo y Vicente Zaspe, aunque ninguno de ellos llegó a formar parte del movimiento.
Junto con numerosos laicos, el MSTM se dedicó al trabajo social en zonas marginales, además de apoyar las reivindicaciones obreras. La cercanía con los sindicatos aproximó a muchos de sus miembros al movimiento peronista.
La deriva teológica no tardó en recibir duras condenas del episcopado. Un comunicado del MSTM que abogaba por la socialización del poder económico, político y cultural y la supresión de la propiedad privada de los medios de producción fue declarado contrario a la doctrina eclesiástica.
Otras diferencias concernían a la posición política; incluso dentro del mismo peronismo, la línea más próxima a la cúpula sindical promovía una concepción relativamente verticalista, mientras que las posiciones del interior abogaban por una estructura más descentralizada. Finalmente, otros eran afines al marxismo, en especial la línea guevarista. Estas diferencias llevaron a una fuerte ruptura en el encuentro de 1973, en que se mostraron irreconciliables; aunque la acción individual de los sacerdotes no disminuyó, dejaron de presentar un frente organizado. Junto con el recrudecimiento de la represión, tras la muerte de Perón y el ascenso de José López Rega, el movimiento perdió capacidad de acción y acabó por disolverse unos años más tarde. Aunque algunos de sus miembros abandonaron la iglesia, especialmente para contraer matrimonio, la mayoría permaneció en la misma; un estudio de 1988 indicaba que un 67% conservaba aún su estado clerical.

20090501

El Ciudadano


Orson Welles
Título Original: Citizen Kane
País: Estados Unidos
Año: 1941
Género: Drama
Guión: Herman J. Mankiewicz, Orson Welles
Director: Orson Welles
Fotografía: Greg Toland (BN)
Música: Bernard Herrmann
Producción: RKO (Mercury Theater)
Duración: 119 minutos
Intérpretes: Orson Welles (Charles Foster Kane), Joseph Cotten (Jedediah Leland) , Everett Sloane (Bernstein), George Coulouris (Thatcher), Dorothy Comingore (Susan Alexander), Ray Collins, Agnes Moorehead (la madre de Kane), Paul Stewart (el mayordomo), Ruth Warrick, Erskine Sanford (Carter), William Alland, Alan Lad.

La fresca, sofisticada, y clásica obra maestra, Ciudadano Kane, es probablemente la película mas famosa del mundo, con tantas escenas y actuaciones remarcables, técnicas cinemáticas y narrativas e innovaciones experimentales (en fotografía, edición y sonido). Su director, estrella, y productor se encontraban en un único genio individual, Orson Welles (en este film debuta a los 25 años), quien colaboró con Herman J. Mankiewicz en el guión (también con un desacreditado John Houseman), y con Gregg Toland y su talento cinematográfico (la contribución de cada una de estas personas en el guión ha sido sujeto de grandes debates en las ultimas décadas). La cámara de Toland trabajo en la película expresionista de Kart Freund Mad Love (1935) que tuvo una profunda influencia en dicho film.
El film, con un presupuesto de $800.000 dólares, recibió criticas unánimes de alabanza hasta el tiempo de su lanzamiento, mas allá de que no fue un éxito comercial (parte debido a su distribución limitada y al tiempo perdido por RKO debido a las presiones del famoso publicista W. R. Hearst), hasta que fue relanzada después de la Segunda Guerra Mundial, y encontró reconocimiento bien merecido en Europa, y luego fue puesta en televisión.
El film genero controversia (y esfuerzos para suprimirla en principios de 1941, a través de intimidación, chantaje, difamación a través de los periódicos, desacreditación, e investigaciones del FBI), antes de su premiere en la Ciudad de Nueva York el día 1 de Mayo de 1941, porque aparecía como una ficción y caricaturización de ciertos eventos e individuos en la vida de William Randolf Hearst, un poderoso magnate y publicista de diarios. El film fue acusado de hacer paralelos poco favorecedores (en especial con el personaje de Susan Alexander Kane) en la vida real. Las batallas notorias fueron detalladas por el documental de los ganadores del Oscar Thomas Lennon y Michael Epstein que se llamo La Batalla sobre Ciudadano Kane (1996), el que fue repetido en HBO con el nombre de RKO 281 (1999) (el nombre del film se refiere al numero de proyecto del film que tenia el estudio, antes de ser formalmente titulado.
El film de Welles fue nominado a nueve Oscar pero gano solamente uno, Mejor Guión Original (Mankiewicz y Welles). Las otras ocho nominaciones incluyeron Mejor Película (Orson Welles, productor), Mejor Actor y Mejor Director (Orson Welles), Mejor Cinematografía en BN (Toland), Mejor Dirección de Arte (Perry Ferguson y Van Nest Polglase), Mejor Grabación de Sonido (Joh Aalborg), Mejor Banda Sonora en Película Dramática (Bernard Herrmann), y Mejor Edición de Película (Robert Wise). Con sus cuatro nominaciones al Oscar, Welles se convirtió en la primera persona en recibir simultaneas nominaciones en esas cuatro categorías. El Oscar a la mejor película la gano How Green Was My Valley (1941) de John Ford.
Muchos de los actores del grupo del Mercury Theatre de Orson Welles hicieron su debut en la pantalla grande en este film, entre otros Joseph Cotten (el viejo y mejor amigo de Kane, y el critico de drama de su periódico), Dorothy Comingore (segunda esposa de Kane), Ruth Warrick(la primera esposa de Kane), Ray Collins (oponente político de Kane), Agnes Morehead (madre de Kane), Everett Sloane (manager de negocios y fiel empleado de Kane), Erskine Sanford (el editor en jefe del periódico), Paul Stewart (mayordomo de Kane), George Couloris (guardián legal de Kane), y William Alland (jefe de investigaciones de reporteros).
Más importante, el innovador, audaz film es un reconocido hito en el desarrollo de las técnicas de la cinematografía, aunque ha compartido algunas de sus tecnicas de la película de Alfred Hitchcock Rebecca (1940), y otros filmes anteriores. Usa el film como un arte para enérgicamente comunicar y mostrar vistas de la vida. Entre los elementos innovadores se encuentran:
Uso de cámara subjetiva
Iluminación poco convencional, incluyendo claroscuros, iluminación trasera, iluminación de alto contraste, prefigurando la oscuridad
Uso inventivo de las sombras y ángulos de la cámara, siguiendo la tradición de los expresionistas alemanes.
Foco profundo toma con increíble profundidad de campo.
Tomas de ángulo cerrado que muestran el cielorraso y hacen que los personajes, especialmente Kane, parezcan a la vez dominantes y atrapados.
El uso creativo del sonido como un elemento de transición y para crear metáforas visuales.
Movimientos elaborados de cámara.
Una cámara móvil y fluida que expande la acción más allá del marco de la escena y aumenta la importancia del espacio fuera de la pantalla.
Diálogos superpuestos.
Personajes que envejecen a lo largo de la película
Historia contada no linealmente, retrospectivas.
Tomas ininterrumpidas de secuencias largas.
Fuente: Cinematismo.com