20090626

ANDRES CASCIOLI


CULTURA › ANDRES CASCIOLI Y UN LIBRO SOBRE “HUMOR”
“Nuestro trabajo fue pensar cómo gambetear a la censura”
Las 500 páginas del libro repasan los mejores momentos de la revista que encontró en el humor un vehículo de resistencia.

Por Karina Micheletto (Pagina/12)
Parece un imposible: en la Argentina existió una revista cultural que llegó a vender 330 mil ejemplares. No sólo eso: lo hizo enfrentando a la dictadura militar, redoblando la apuesta, diciendo desde el humor lo que nadie creía que toleraría la censura, con tapas que caricaturizaban a los generales de turno. Con el tiempo, aquel fenómeno que fue la revista Humor se volvió artículo de colección, presente en Parque Rivadavia y en cuanta plaza de reventa exista. Ahora el director de aquella publicación, Andrés Cascioli, con la colaboración de los periodistas Oche Califa y Juan Carlos Muñiz, editó el libro La revista Humor y la dictadura, donde recopila lo mejor de aquellos años de Humor.
La antología, publicada por Ediciones Musimundo, sirve para hacer un repaso por los temas y protagonistas de la historia argentina reciente, muchos de los cuales sólo tenían cabida en la revista. También por las firmas que circulaban por Humor, un seleccionado que incluía a Alejandro Dolina, Osvaldo Soriano, Juan Sasturain, Enrique Vázquez, Santiago Kovadloff y Aída Bortnik, entre muchos otros. Y, por supuesto, por los guionistas y dibujantes, los motores de la revista, según se encarga de aclarar Cascioli: además de las tapas de Cascioli, las tiras de Grondona White, Meiji, Tabaré, Tomás Sanz, Trillo y Altuna, Ceo, Aquiles Fabregat, entre otros (Vida interior, La clínica del Doctor Cureta, Las puertitas del Señor López o El cacique Paja Brava, por citar algunos clásicos), quedaron asociadas a la revista.
La cuidada edición de La revista Humor y la dictadura (500 páginas en tapa dura) trae una yapa interesante: la reedición del famoso número 97, secuestrado por la dictadura en enero de 1983. “Nicolaides explicó por qué la tapa era ofensiva: él aparecía caricaturizado sobre una patineta, cayéndose con la Justicia atrás. Y en el juicio dijo que era imposible que un general de la Nación no domine una patineta”, cuenta Cascioli. En su estudio de Retiro, el responsable de aquellas tapas, que en los ’60 hizo la colimba “de dibujante” (“tenía que dibujar gratis para los milicos. Me llevaban al departamento y me pedían el cuadro que querían. Y, claro, yo prefería hacer eso a marchar”, recuerda), aclara que fueron los dibujantes y humoristas los hacedores de Humor. “Los primeros que pusimos la cara, que nos jugamos el cuero, fuimos los dibujantes. Fabre era el único que no era dibujante, pero estaba de nuestro lado, era guionista. Después se sumaron los periodistas”, marca. “Yo les abrí las puertas un poco a pedido de la gente, porque las cartas de lectores insistían en que les diéramos espacio a los que tenían que denunciar cosas. Primero fueron los lectores los que escribían y después los periodistas. Ese fue el orden, pese a que a algunos no les guste.”
El otro punto sobre el que Cascioli sienta postura es por qué la dictadura toleró una revista como Humor: “Ahora algunos periodistas se atreven a decir que la dictadura necesitaba una revista así. ¿Qué necesitaba? ¡La dictadura estaba loca! En una reunión en Casa Rosada, Harguindeguy tiró una Humor en la mesa y dijo: ‘Tenemos que matarlos a todos’. Ahora muchos se autojustifican porque mientras nosotros hacíamos Humor, ellos no hicieron nada. Otros hablan por ignorancia, porque eran nenes, estaban leyendo Billiken o Humi, si tenían padres más despiertos”.
–Tampoco es verdad que lo único que ocurría dentro de la cultura era Humor.–No, claro, había muchas manifestaciones. Y donde ponían avisos y trataban de comunicarse con sus espectadores era en Humor. Alguna vez juntamos a los perseguidos por la dictadura en un recital de tres días, para molestar a Palito Ortega –un empleado de la dictadura, tenía un trabajo en Canal 13 que se lo daba Massera–, que había traído a Frank Sinatra. Frank Sinatra estuvo piola, no fue a la Casa de Gobierno: tuvieron que ir los tres dictadores a saludarlo a su camarín.
–¿En qué momento se dio cuenta de que con Humor pasaba algo importante?–Cuando empezamos a recibir cuarenta cartas por día de todo el país. Y cuando nos dimos cuenta de que podíamos seguir avanzando, aun sabiendo cómo había reaccionado Harguindeguy. Cuando teníamos un problema volvíamos atrás y usábamos a la farándula. Después volvíamos a los militares, mezclándolo con la farándula, y así. Era pensar todo el tiempo cómo se podían decir las cosas, cómo gambetear a la censura, ése era nuestro trabajo. Y después algunos como Viuti o Fontanarrosa traían lo que les rechazaban por autocensura en Clarín, por ejemplo.

–Respecto del famoso secuestro del número 97, llama la atención que antes hubieran pasado tapas más comprometidas.
–Es que se cansaron. Entre los militares había un grupo que insistía todo el tiempo en prohibirla y otro grupo que lo paró. En octubre del ’82 intentaron cerrarla, y los que se opusieron fueron los políticos (en el libro se reproducen las cartas que algunos como Alfonsín, Luder o Cafiero mandaron al Ministerio del Interior). En el ’83 no aguantaron más y fueron a secuestrar cualquiera, la que tocó. Se logró imprimir 100 mil ejemplares, y 200 mil que iban al interior fueron parados por la policía. Después presentamos un recurso de amparo y cuando lo ganamos se los reclamamos a la policía. Los habían vendido todos.
–¿Cómo?–En el ’95 un taxista me confesó que había sido uno de los policías que secuestró la publicación, y que fue testigo de cómo se vendía la revista, iban los mismos policías a vender. Así que le agradezco a la policía que se haya preocupado por la libertad de prensa (risas). Humor no era una revista de izquierda ni comunista. Era una revista que defendía los derechos humanos y la democracia. Nunca alabamos a Fidel ni al Che Guevara, ni nos jugamos por la izquierda internacional. Decíamos lo que pasaba.
–La tendencia en todo caso era radical.–No, para nada. Nosotros apoyamos a Alfonsín porque los preferíamos a Luder y Lorenzo Miguel y porque considerábamos que estaba más cerca de la democracia. Pero en la revista había muchos peronistas: Mona Moncalvillo, Dolina, José Pablo Feinmann, Alvaro Abós...
–Transmitían una imagen de familia, donde nombraban hasta al cadete. ¿Era realmente así?–Era muy divertido hasta que empezó a complicarse.
–Se refiere a la última etapa.
–Sí. Durante el menemismo tuve grandes problemas afuera y adentro. Porque el menemismo se metía en todos lados. Te multaban, te metían gente, publicaba y no te pagaba... Le gané un juicio a María Julia Alsogaray y yo pagué las costas, porque ella se declaró insolvente.
–¿Evalúa como un error haber seguido adelante en esa última etapa?–Cometí muchos errores. Todos creían que yo estaba lleno de plata, pero todo lo que gané lo puse en revistas. Cuando vino la debacle traté de pararla, hice libros, inventé de todo. Pero no se puede luchar contra más de treinta juicios que me hizo Menem. Cuando cerró Humor, tenía un edificio que valía más de un millón de dólares, que pasó a manos del síndico que tenía que pagar. Estaba la plata para pagarles a todos. Yo terminé hipotecando mi casa. La pasé muy mal.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-52094-2005-06-08.html

20090624

Ernesto Sábato


Ensayos (inéditos)
Un argentino que pretende utilizar a Marx como maestro sostiene que el Don Segundo Sombra de Güiraldes no existe, que es apenas la visión que un estanciero tiene del antiguo gaucho de la provincia de Buenos Aires. Lo que es más o menos como acusar a Homero de falsificador porque exhaustivos registros llevados a cabo en las montañas calabresas y sicilianas no han dado con un sólo cíclope. Con este mismo criterio de naturalista habría que rechazar a Modigliani por su manía de pintar mujeres con gargantas inexistentes. Pero ¿"inexistentes" dónde? No desde luego en el espíritu del pintor. La diferencia entre Modigliani y una máquina fotográfica es que el arte no es una copia de la mera realidad externa sino un acto ontocreador, más cercano al sueño que al espejo. Por ahí andaba todavía el modelo que empleó Güiraldes para inventar su personaje. Creo que se llamaba Segundo Ramírez. Los astutos administradores de la fama lo exhibían a los turistas extranjeros. Evité la tristeza de conocerlo, pero aún así puedo asegurar que era un mistificador, porque el auténtico Don Segundo es el mito imaginado por Güiraldes, que misteriosamente reveló un secreto de la condición pampeana. Inmortal, como todos los mitos. Que los sociólogos de la literatura y los profesores de folklore no pierdan el tiempo tratando de desautorizarlo.

Los granos de un montón
Un vicerrector de la universidad de Cambridge, llamado Lightfoot, en época menos inclinada a la incredulidad, mediante un minucioso estudio del Génesis, probó que Adán fue creado el 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo, a las 9 de la mañana. Ahora me entero de que en 1978 se cumplió el milenario de la lengua castellana. Sorprendido por la exactitud, traté de averiguar cómo era la cosa, y la cosa era así: en cierto momento del año 978, un monje de San Millán de la Cogolla, en el margen de un manuscrito en latín, escribió anotaciones en una disparatada jerga románica, ignorando que acababa de inaugurar el castellano. Se me dirá que estoy bromeando, pero no hago sino parafrasear los argumentos que se ofrecen para esta celebración. Porque si no, ¿de qué fecha estamos hablando? No tratándose del esperanto sino de una lengua viva, debemos suponer que el buen hombre no inventó el nuevo idioma, formado durante siglos, poco a poco, torpe y balbuceantemente, por analfabetos que para criar cerdos, enfurecerse con la mujer, pedir la comida y amenazar a los chiquilines no iba a aprender a Cicerón. Nunca se sabrá cuánto duró este proceso, que algún purista llamaría de corrupción del latín; primero, porque no aduvimos cerca de ese durante algunos cientos de años, y, segundo, porque tampoco puede establecerse cuándo se alcanza la categoría de montón agregando granos de trigo.

Calma, estructuralistas
Hay un tipo de beato del estructuralismo que con gusto aboliría la historia, lo que me parece un poco exagerado, cuando advertimos cómo pasa todo, no sólo el Imperio Romano sino la propia moda del estructuralismo. Esa gente enarbola la sincronía como un garrote y al que sale con antigüedades como ésta, un golpe en la cabeza, mientras se profieren palabras como reaccionario, subdesarrollo y oscurantista. Pero sí, hombre, ya lo sabemos, desde la época en que estudiábamos matemáticas, en la década del 30, mucho antes de que se nos viniera la moda desde París. ¿Cómo no íbamos a saber que "La pasión según San Mateo" o un gusano son estructuras? Tampoco ignorábamos que era una saludable reacción contra los atomistas, los positivistas y los fanáticos del historicismo. Pero se les fue la mano. Vean con la lengua: una realidad en perpetuo cambio, en la que, tarde o temprano -¡oh, diacronía de las ideas!- hay que aceptar el modesto pero demoledor hecho de la transformación de las estructuras, aunque sea como una sucesión de estados sincrónicos; tarde o temprano hay que admitir que en todo estado de una lengua está oscuramente la energía que conducirá a una nueva estructura. Bueno, por favor, no es tan deshonroso. En suma, que el estructuralismo es válido haste el momento en que deja de serlo.

Las vulgaridades de la novela
Cuenta Gide en su Journal que Valéry no se decidía a escribir una frase como "La marquise sortit a cinq heures". ¿Y qué prueba eso? Una novela, y hasta una gran novela, está llena de frases tan triviales como ésa, como la vida misma: Hegel también se desayunaba. Además, una ficción es como un continente, en que para llegar a lugares que han de fascinarnos deben atravesarse estúpidas llanuras sin otros atributos que el polvo, el cansancio y la monotonía. Muchas veces me he preguntado si Valéry no consideró sus impotencias como virtudes. Apuesto a que habría querido escribir el Quijote, que está plagado de marquesas que salen a las cinco. Se pasó la vida hablando de las matemáticas y usando giros de su idioma, que los profanos admiran tanto más cuanto más los ignoran; y sin embargo no pudo aprobar el ingreso a no sé qué escuela por culpa de esas matemáticas. Pascal abandonó a los trece años a esa mujer por la que Valéry suspiró sin poder poseerla. Como para que no escribiera aquella frase rencorosa: "Pascal perdió la oportunidad de darle a Francia la gloria del cálculo infinitesimal".

Y a propósito de Pascal
Es característico que ni él, ni Kierkegaard, ni Nietzsche fuesen filósofos sistemáticos: fueron irregulares, fragmentarios; y tal vez porque en ellos la vida y el misterio son más importantes que la explicación y el sistema. Los tres son emocionales, místicos, atormentados. Devolvieron el pathos al pensamiento, y fueron grandes escritores. Si es cierto que el Absoluto no se alcanza como pretendía Hegel sino por arrebatos y éxtasis, de modo parcial, por pedazos, ellos revelaron vastas regiones de ese misterioso continente.

Psicología con p
Al corregir las pruebas de galera de un libro mio me sorprendí al advertir la grafía "sicológico", donde yo habia puesto "psicológico". Porque aun cuando una editorial se haya jurado una determinada política lingüística, no puede imponérsela a los escritores, que generalmente tienen sus propias ideas sobre el idioma. No ya la dirección de una editorial sino tampoco la propia Real Academia de Madrid tiene derecho a hacerlo, pues al fin de cuentas las normas de ese cuerpo son la consagración de las modalidades impuestas por el pueblo y los escritores. ¿Qué argumentos se pueden oponer a la grafía psi? No, por supuesto, la fonética, ya que la gente culta generalmente la pronuncia así. Y en el caso de que no se la pronunciase, tampoco es un argumento, porque si fuéramos a caer en la locura de escribir las palabras tal como se pronuncian tendríamos que poner payasadas como sológico, asaña y rebolusión, al menos en Buenos Aires. Por lo demás, que en ningún idioma hay correspondencia entre el lenguaje hablado y el escrito, puesto que el escrito esta fijado por los textos y aquél va cambiando en el espacio y en el tiempo. En alguna parte y en alguna época se pronunciaba o pronuncia "bosque", pero hoy aquí en Buenos Aires decimos "bojque"; del mismo modo, supongo, que en algún tiempo en Francia se decía "mesme", para luego derivar hacia "mejme", y luego a "mehme", para terminar escribiéndose "meme" donde el acento circunflejo indica que allí hubo alguna vez una perecedera ese. Si el lenguaje escrito fuese alterado cada vez que el pueblo y las costumbres fonéticas cambian, sería cosa de no acabar, y una forma más demencial de dividir el territorio lingüístico en parcelas liliputienses: ya que habría que usar una forma para Buenos Aires, con sus "bojques" y "yubias", y otra para Santiago del Estero, con sus "bosques" y "iubias". Pero qué digo, habría que establecer una lengua para el Barrio Norte de Buenos Aires y otra para La Boca. Todo idioma se aleja de lo escrito. Y algunos, como el inglés, que allí donde escriben Londres pronuncian Constantinopla. Esos investigadores que andan con grabadores han contado no menos de veinte formas de pronunciar la letra o, entre las cuales la más sorprendente es la que figura en la palabra women. La lengua oral es tan voluble que a veces hasta imita a la escrita, lo que ya es el colmo de vuelta. Así, antes del Renacimiento se escribia y se pronunciaba "oscuro"; pero los eruditos de la época, por escrúpulo etimológico, apuntalaron la palabra con una b. Podría haberse mantenido muda, como corresponde a una momia o un fósil. Pero las enérgicas educadoras lograron que los chicos pronunciaran finalmente "obscuro". Lo que, por supuesto, y si se dejan de lado los golpes, nada tiene de dramático; hay que tomarlo ahora como una costumbre más y no hacer tanto escándalo. De modo que si a un escritor se le da la real gana de escribirlo sin b, hay que respetarlo. Y si no se lo respeta, hay que protestar. Que es exactamente lo que le pasó a Unamuno cuando un pedante corrector le puso en una de sus pruebas: "¡Ojo! ¡Obscuro!", corrigiendo lo que había escrito don Miguel. A lo que, tachando enérgicamente la insolencia, contestó, también al margen: "¡Oreja! ¡Oscuro!"

Vanguardia y progreso en el arte
La palabra "vanguardia" se la vincula al progreso. Pero en el arte no lo hay (cf. Collingwood), como lo revela el auge que en el París de comienzos de siglo tuvo el arte de los negros y polinesios. En el arte hay acciones y reacciones. Corsi y ricorsi. Hay dialécticas de escuelas, ciclos, sempiterna lucha entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre bizantinismo y vitalismo entre complicación y simplificación, entre artificio y naturalidad, entre claro y oscuro, entre violencia y serenidad, entre romántico y clásico. Y no sólo hay sucesión sino contraposición de tendencias o escuelas (Quevedo y Góngora). Piénsese, dicho sea de paso, qué "avanzado" resultó de pronto el arte hierático de Ramsés II frente al mero naturalismo europeo. Pero esto del progreso es una manía invencible. ¿Cuál era el personaje de Proust que suponía mejor a Wagner que a Beethoven, nada más que porque vine después? Pero no estoy seguro ni del personaje (una mujer, me parece) ni de los músicos.

20090619

Jean Paul Sartre


Filósofo francés, dramaturgo, novelista y periodista político, es uno de los principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la École Normale Supérieure de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo, Suiza y en el Instituto Francés de Berlín. Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y participó en la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas, desconocedoras de sus actividades secretas, permitieron la representación de su obra de teatro antiautoritaria Las moscas (1943) y la publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943). Sartre dejó la enseñanza en 1945 y fundó, con Simone de Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se le consideró un socialista independiente activo después de 1947, crítico tanto con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como con los Estados Unidos en los años de la guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas incluidas sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del ejército francés en Argelia. Rechazó el Premio Nobel de Literatura de 1964 y explicó que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor. Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial.

En su primera obra filosófica, El ser y la nada (1943) Sartre concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de teatro y novelas de Sartre expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos más que en la autoridad social o religiosa.
En su última obra filosófica Crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Sartre afirma que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva. A pesar de su llamamiento a la actividad política desde ópticas marxistas, Sartre no se afilió al Partido Comunista Francés, y así conservó la libertad para criticar abiertamente las intervenciones militares soviéticas en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968). Otros textos de Sartre son las novelas La Náusea (1938) y la serie narrativa inacabada Los caminos de la libertad, que comprenden La edad de la razón (1945), El aplazamiento (1945) y La muerte en el alma (1949); una biografía del controvertido escritor francés Jean Genet, San Genet, comediante y mártir (1952); las obras teatrales A puerta cerrada (1944), La puta respetuosa (1946) y Los secuestradores de Altona (1959); su autobiografía, Las palabras (1964) y una biografía del autor francés Gustave Flaubert El idiota de la familia (3 volúmenes, 1971-1972) entre otros muchos títulos. Murió en París el 5 de abril de 1980. © eMe


La infancia de un jefe (fragmento)

" Lucien no pudo decidirse a tomar la iniciativa de volver a casa de Bergère. Durante las semanas que siguieron, creyó a cada paso que iba a toparse con él, y cuando trabajaba en su habitación se sobresaltaba cada vez que sonaba el timbre de la puerta. Por las noches, tenía espantosas pesadillas. Por ejemplo, Bergère le poseía por la fuerza en mitad del patio del liceo Saint-Louis y en presencia de todos los compañeros, que contemplaban el espectáculo riendo a carcajadas. Pero Bergère no hizo ninguna tentativa por volver a verlo, ni dio señales de vida. "Sólo quería eso de mí", pensó Lucien vejado. Berliac había desaparecido también y Guigard, que a veces iba con él los domingos a las carreras, afirmaba que se había ido de París tras una crisis de depresión nerviosa. Lucien se tranquilizó poco a poco. Su viaje a Ruán le parecía ya únicamente un sueño oscuro y grotesco, no ligado a nada; había olvidado casi todos los detalles y sólo conservaba la impresión de un soso olor a carne y a agua de colonia y de un intolerable aburrimiento. "

Qué es la Literatura (fragmento)

" El poeta en cada palabra, por el solo efecto de la actitud poética, realiza las metáforas en las que soñaba Picasso cuando deseaba hacer una caja de fósforos que fuera toda ella un murciélago sin dejar de ser una caja de fósforos. Florencia es ciudad, flor y mujer y es también ciudad-flor, ciudad-mujer y muchacha-flor. Y el extraño objeto que se muestra así posee la liquidez del río y el dulce ardor leonado del oro, y, para terminar, se abandona con decencia, y prolonga indefinidamente, por medio del debilitamiento continuo la e muda, su sereno regocijo saturado de reservas. A esto ha de añadirse el esfuerzo insidioso de la biografía. Para mí, Florencia es también cierta mujer, una actriz norteamericana que actuaba en las películas mudas de mi infancia y de la que he olvidado todo, salvo que era larga como un guante de baile, que siempre estaba un poco cansada y era casta, que siempre representaba papeles de esposa incomprendida y que se llamaba Florencia y yo la amaba. Porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen. Esto es lo que justifica la doble empresa de Leiris, quien por un lado, en su Glossaire, trata de dar a ciertas palabras una definición poética, es decir, que sea por sí misma una síntesis de implicaciones recíprocas entre el cuerpo sonoro y el alma verbal y, por otro, en una obra todavía inédita, se lanza a la busca del tiempo perdido, tomando como guías ciertas palabras especialmente cargadas para él de valor afectivo. Así, pues, la palabra poética es un microcosmos. La crisis del lenguaje que se produjo a comienzos del siglo fuen una crisis poética. Sean cuales fueren los factores sociales e históricos que la produjeron, esta crisis se manifestó por accesos de despersonalización del escritor ante las palabras. No sabía servirse de ellas y, según la célebre fórmula de Bergson, sólo las reconocía a medias; se acercaba a ellas con una sensación de extrañeza verdaderamente fructuosa: ya no le pertenecían, ya no eran para él, pero, en esos espejos desconocidos, se reflejaban el cielo, la tierra y la propia vida. Y, finalmente, se convertían en las cosas mismas o, mejor dicho, en el corazón negro de las cosas.
(...)
Pero este esquema no tiene nada de común con eso que llaman ordinariamente un esquema verbal: no preside la construcción de un significado. Se acercaría más bien al proyecto creador por el que Picasso predetermina en el espacio, antes incluso de tocar su pincel, esa cosa que se convertirá en un saltimbanqui o un arlequín. Huir, huir allá, advierto que hay pájaros borrachos, pero, oh, corazón mío, oye el canto de los marineros. "

20090618

Fernando Peña se fue de gira


Fernando Peña inició su gira “Entre el Cielo y el Infierno” junto a todos sus amigos: Bubba, Cristina Patricia Megahertz (La Mega), Delia Dora Fernández de Fernández, Ricardo Alfredo Ñuñoa Cruz (Dick Alfredo), Elisa Rufino, Johnatan Bermúdez, María Elena Rinaldi, Mario Modesto Sabino, Martín Revoira Lynch, Milagros Dolores Guadalupe López López, Monseñor Lago, Osvaldo Jeringa, Pepe (el obituarista), Rafael Orestes Porelorti, Roberto María Flores, Rubén Ramón Sixto Alegre (Palito) y Sepulturero.
Les deseamos lo mejor, convencidos que nos volveremos a ver.
Gracias Fernando, te vamos a extrañar.

20090612

MAFALDA


Mafalda tiene su origen en un encargo que recibe Quino. Consistía en elaborar una historieta que funcionara como publicidad encubierta de una línea de electrodomésticos. La marca era Mansfield, de Siam di Tella, y todos los nombres de los personajes debían comenzar con la letra M.
Quino nombra a la protagonista Mafalda, tomando el nombre de un personaje de la novela Dar la cara, de David Viñas.
El encargo se lo acercó su amigo Miguel Brascó, periodista compañero de algunas redacciones, quien había recibido el pedido de encontrar un dibujante capaz de elaborar la tira. Su elección fue Quino. Brascó le sugiere que haga una historieta que combine Peanuts con Blondie. La tira es llevada a los diarios, que no la aceptan por tratarse de publicidad encubierta.
Luego del rechazo, Quino le lleva las tiras a Brascó, quien publica tres en el suplemento Gregorio, de la revista Leoplán, del que era director. Pero todavía no se trata de Mafalda.

El origen según Quino
"Un día fui recomendado para hacer unas muestras de una historieta que tenía que servir de publicidad indirecta para unos electrodomésticos. Me explicaron que tenía que mostrar una familia media, un matrimonio con hijos. El título elegido fue Mansfield. Hice doce tiras, con esa familia que usaba ciertos aparatos. Después las ofrecieron a los diarios y las rechazaron, porque era visible el fin publicitario de la agencia. Guardé mi historieta en el cajón. Hasta que mi amigo Julián Delgado me pidió algo para la revista Primera Plana. Adapté la tira. A la nena le puse Mafalda. Y arranqué la historieta sin la menor idea, sin el menor plan. Ya que no tenía que elogiar las virtudes de ninguna aspiradora, a Mafalda la hice protestona, cascarrabias. Fue una revancha inmediata. Esto sucedió por el año 1963. Nunca pensé que iba a estar diez años dibujando a Mafalda."

Aparece Mafalda
Por el pedido de Julián Delgado, amigo de Quino y jefe de redacción del semanario, Mafalda comienza a publicarse en Primera Plana. Quino conserva de la idea original el esquema de la familia, una nena y sus padres, y el 29 de septiembre de 1964 debuta la tira.
Primera Plana era un semanario de actualidad nacional e internacional, por lo que Quino adapta el contenido de la historieta para reflejar la temática de la revista. Salen 2 tiras por número, que sumaban 48 cuando Quino decide romper su relación con el semanario. Las últimas se publicaron el 9 de marzo de 1965. Sucedió que un diario del interior del país quería publicar la tira, y cuando Quino pidió los originales, se encontró con que la revista los consideraba de su propiedad. El autor los consiguió, pero dejó de trabajar con ellos.
En esta etapa aparece el primero de los amigos de Mafalda: el 19 de enero de 1965 se presenta Felipe.

Tira diaria
Golpe de estado de 1966 Una vez más intercede Miguel Brascó, recomendando la tira al director del diario El Mundo, Carlos Infante. Mafalda empieza a publicarse el 15 de marzo de 1965. Aparecen nuevos personajes y comienza a publicarse en diarios del interior del país.
La frecuencia diaria le permite a Quino relacionarse de otra manera con la actualidad. Los sucesos de Argentina y el mundo se ven reflejados en la tira, que de alguna manera, comienza a funcionar como comentario de la realidad.
El 22 de diciembre de 1967 cierra El Mundo, y la tira queda en suspenso. La madre de Mafalda estaba embarazada.

Personajes
Quino: "Al principio el planteo de la historieta era simple. La nena elucubraba una pregunta y los padres le contestaban. Al final ella hacía su comentario. Al poco tiempo este recurso empezó a agotarse, entonces introduje a Susanita, que era una especie de mamá de Mafalda, en chiquito. A medida que se iban agotando estos recursos incluía nuevos personajes".


En 1966 la editorial de Jorge Álvarez comienza a publicar las recopilaciones de tiras y edita el primer libro. En dos días se agota la edición de 5000 ejemplares, Mafalda ya era un personaje popular. En 1968 se publica el segundo libro, Así es la cosa, Mafalda, al que siguieron tres más de la misma editorial.

Cada Siete Días
Durante seis meses la tira no se publica. Por ese entonces Quino realizaba una página de humor en el semanario Siete Días Ilustrados y la publicación decide reemplazarla incorporando a Mafalda, que aparece el 2 de junio de 1968. Para ese entonces, ya había nacido Guille, el hermanito de Mafalda.
En la revista, Quino debía entregar el material con quince días de anticipación, lo que no le permite seguir su relación con la actualidad de la misma forma, el diálogo cotidiano que desarrollaba en el diario.
Se publicaban 4 tiras por semana y, para completar la diagramación de la página, Quino hacía un dibujo a modo de encabezado, colocando a los personajes en distintas situaciones.
En 1973 Quino comienza a sentir que se repite, y para mayo hace que los personajes empiecen a despedirse en el dibujo que abría la página. El 25 de junio se publica por última vez.
Siete Días Ilustrados

Despedida 25 de junio de 1973

Ultimas apariciones
Mafalda ya tenía una enorme fama mundial y una vez terminada la historieta Quino sólo retomaría el personaje para determinados eventos o intereses del autor.
En 1976 es el Año Internacional del Niño y Quino ilustra a pedido de UNICEF la Declaración de los Derechos del Niño.
En 1992 la Sociedad Estatal Quinto Centenario, en Madrid, organiza una exposición llamada "El Mundo de Mafalda".

Vida animada
Para la época en que finaliza la historieta Canal 11 comienza a emitir una serie de cortos animados, producidos por Daniel Mallo, que no tienen mucha repercusión. En 1981 se estrena el largometraje que fue producido por Daniel Mallo, con las animaciones de Jorge Martín (Catú) y dirigido por Carlos Márquez; era un montaje de los cortos anteriores y tampoco tuvo mayor suceso.
En 1992, en el marco de la exposición en España, se exibe un corto producido por el cubano Juan Padrón sobre un dibujo de Quino, en el que se ve a Mafalda con Colón.
En 1993 se realizaron nuevos dibujos animados, producidos la empresa española D.G. Producciones S. A. en coproducción con Televisión de España y dirección del cubano Juan Padrón. Fueron 104 cortos de un minuto.

Quino y las últimas animaciones
Hay unos dibujos animados hechos en 1972 en los que Mafalda hablaba. No quise meterme en el guión ni nada. Dije: acá está la tira, háganla como les parezca. Aquello fue el gran fracaso. Aparte que hicieron una Mafalda en un mundo edulcorado, rosadito, la escuela bonita... La gente en aquella ocasión dijo: 'Pero cómo, esa voz no es la de Mafalda'. Claro, cada uno tiene la voz de Mafalda dentro de sí. Entonces lo inteligente nos pareció que fuera Mafalda, pero que no dijera nada concreto. Son dibujos muy graciosos y era una pena que nadie los conociera.

Fuentes
10 años con Mafalda
Mafalda Inédita
Toda Mafalda, todas de Ediciones de la Flor.
Comiqueando nº 41, Fernando García y Hernán Ostuni.

20090601

20 Años de la matanza de Tiananmen


Las protestas de la Plaza de Tian'anmen de 1989, también conocidas como la masacre de Tian'anmen, la revuelta de Tian'anmen o el incidente del 4 de junio, consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes en la República Popular China, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el Ejército Popular de Liberación suprimió la movilización: la plaza de Tian'anmen, en Pekín. Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida. El acontecimiento que inició las protestas fue el fallecimiento de Hu Yaobang.

(Segunda generación de dirigientes de la República Popular, que emprendió reformas durante la década de 1980, y fue durante mucho tiempo el candidato principal para suceder a Deng Xiaoping).

Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones.

El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tian'anmen para disolver la protesta.

Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 7.000 y 10.000. Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La violenta represión de la protesta de la plaza de Tian'anmen causó la condena internacional de la actuación del gobierno de la República Popular China.

En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1989, en la cual se muestra a un joven opositor parado en medio de una avenida deteniendo a una columna de tanques que circulaba por ésta.

Durante y tras la represión de la protesta se realizaron intentos de arrestar y perseguir a los líderes del Movimiento Democrático de China, en especial a Wang Dan, Chai Ling y Wu'er Kaixi. Wang Dan fue apresado y enviado a prisión, y más tarde se le permitió emigrar a los Estados Unidos. Wu'er Kaixi escapó a Taiwán. En la actualidad está casado y trabaja como comentarista político de la Televisión Nacional Taiwanesa. Chai Ling escapó a Francia y más tarde recaló en los Estados Unidos.

Los obreros que fueron arrestados en Pekín fueron juzgados y ejecutados. En cambio, los estudiantes, muchos de los cuales provenían de familias relativamente influyentes, recibieron sentencias mucho más suaves. Incluso Wang Dan, el líder estudiantil que encabezaba la lista de los más buscados, acabó pasando solamente siete años en prisión.

En el Gobierno, Zhao Ziyang, que se había opuesto a la ley marcial fue expulsado del poder, y Jiang Zemin, por entonces el alcalde de Shanghai, que no estuvo involucrado en los acontecimientos, tomó posesión del cargo de Presidente de la República Popular China. El ascenso de Jiang al poder se ha interpretado con frecuencia como una recompensa por parte de Deng Xiaoping por la capacidad de Jiang para mantener el orden en Shanghai, que contrastó con el caos que se apoderó de la capital. Los miembros del Gobierno prepararon un informe del incidente, que se publicó en Occidente en enero de 2001 con el nombre de los Documentos de Tian'anmen, que da el punto de vista del gobierno chino acerca de los manifestantes y fue proporcionado por una fuente anónima.

Los dos presentadores de la CCTV, la televisión central china, que informaban el 4 de junio fueron despedidos pocos días después de los acontecimientos. Wu Xiaoyong, el hijo de un miembro del Comité Central del Partido Comunista de China, y el Viceprimer Ministro Wu Xueqian, fueron expulsados del Departamento de Programas en Inglés de la Radio Internacional China. Qian Liren, director del Diario del Pueblo, el periódico del Partido Comunista de China, fue asimismo expulsado a causa de los artículos en apoyo a los estudiantes.