20090513

Poemas dedicados al Che


Che
Miguel Barnet
Che, tú lo sabes todo,
los recovecos de la Sierra,
el asma sobre la yerba fría
la tribuna
el oleaje en la noche
y hasta de qué se hacen
los frutos y las yuntas

No es que yo quiera darte
pluma por pistola
pero el poeta eres tú.


Yo tuve un hermano
Julio Cortázar
Yo tuve un hermano
no nos vimos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.

Lo quise a mi modo
le tomé su voz
libre como el agua.

Camine de a ratos
cerca de su sombra
no nos vimos nunca
pero no importaba.

Mi hermano despierto
mientras yo dormía.
Mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


Che
Samuel Feijoó
Sobrio, tranquilo y tajante,
Así, se levantaba, andaba
latía.
Ni un solo instante se perdió en flojeras,
nimiedades, jactancias, quejas.
Ni una solo vianda
arrimo a su plato
con su propia mano en la cena de todos.
Era la justicia, sonreída y firme.
Así, solo se ha visto.
así.
jamás tendrá su noche en la memoria.
Retornará como los huracanes y los rayos,
todo encendido como era
y es, en la justicia,
y abatirá a los cuervos y a las fieras,
sangrientas águilas.
No haya duelo por él, ganó la llamarada
del que se ofrenda entero.
Todos los apaleados del mundo
lo entienden, lo besan, lo sujetan: héroe,
sin esperar más gloria que el futuro
alegre. No haya duelo.
Su victoria es la nuestra; no cejamos:
siglo tras siglo.


Che
Mario Benedetti
Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada

han decidido usarlo como epilogo
como ultima thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o Satanás

y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de El
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un heroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado

sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta anos después siga bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.

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